La Naturaleza como maestra: Manuel Quintín Lame

“Aquí se encuentra el pensamiento del hijo de las selvas que lo vieron
nacer, se crió y se educó debajo de ellas como se educan las aves para
cantar, (…) para hacer uso de la sabiduría que la misma Naturaleza nos
ha enseñado, porque ahí en ese bosque solitario se encuentra el Libro de
los Amores, el libro de la Filosofía; porque ahí está la verdadera poesía, la
verdadera filosofía, la verdadera Literatura”

Manuel Quintín Lame

En el orden que la Madre Tierra establece en el mundo delicadamente todo se encuentra interconectado, y debe permanecer equilibrado.  El cumplimento de esta ley asegura que este equilibrio pueda mantenerse.

Manuel Quntín Lame nació en Popayán el el 26 de octubre de 1880, se educó dentro de las selvas Colombianas, la Naturaleza en todo momento fue su maestra. Educado dulcemente por la Madre Tierra Quintín Lame emprende una lucha donde el conocimiento de la ley y de los derechos de los Pueblos hacen que esta sea una lucha firme en la defensa de la misma Madre, y de quienes somos sus hijos.

Quintín Lame nos enseña a educarnos cobijados bajo la selva, aprender de ella. En medio del bosque aprender a amar, observando a la Naturaleza nos hacemos sabios. Los cantos de los grillos, de los pájaros, del agua sobre las rocas enseñan a cantar, a hablar, a querer. Se aprende acerca de la transformación, acerca del cambio, de los misterios, de lo sagrado. El amor como experiencia que disuelve la separación que se da del origen divino, de lo sagrado. El amor se entiende entonces como la verdadera naturaleza del hombre, que permite regresar al corazón, a la relación armónica con todo lo que existe y con la Madre Tierra.

Debemos vivir siempre alerta a lo que la Naturaleza nos indica, a lo que nos enseña a través de los sonidos del bosque, de los colores, de los seres que la habitan, por medio de movimientos, por medio de sueños.

La lucha de Quintín Lame es una lucha firme que se mantiene y que tiene sus raíces en los Pueblos que luego de siglos se siguen encontrando oprimidos en busca de libertad. Una lucha que nos da fuerza para mantenernos como pueblos. Las tierras por las que luchaban  habían sido entregadas desde tiempos ancestrales a los Pueblos por las divinidades según la Ley de Origen.

La imagen del pensamiento de Quintín Lame que moraba dentro del santuario de su corazón es la misma que lo guiaba y que nos guía al interior del bosque, entre caudalosos ríos y anchos caminos. Esa brújula que habita en el corazón es lo que lo mantenía y nos mantiene en pie de lucha durante los momentos de mayor oscuridad.

Las enseñanzas de Quintín Lame se desprenden de que somos cuidadores de la Naturaleza, de la Tierra, no somos sus dueños, somos sus guardianes. La fuerza espiritual viene de la Naturaleza, de la Madre Tierra, de los ancestros que nos guían en el camino. La educación que necesitamos se encuentra en el territorio, en los sitios sagrados, en los ríos, bosques, lagunas, en el cosmos. Se debe educar desde la Ley de Origen para poder así descolonizar nuestra mente, alimentar nuestro espíritu y pensamiento.

Adentrarse en la montaña, como quien se adentra en lo desconocido que le llama, estudiar lo que se encuentra en ella, todos los seres que la habitan. Escuchar a la Madre Tierra, a todo lo que canta en ella. Cantarle a la Madre Tierra, componerle las más preciosas melodías. Coronarla de ofrendas. Los vientos de las cuatro direcciones hacen llamamientos a los corazones, enseñan a escuchar, al sentir sus vibraciones conocemos, decidimos los caminos.

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