Resulta anecdótico y contradictorio que, durante el tiempo de celebración de la Navidad, una época que promueve la unidad familiar y el compartir en armonía, también experimentemos una temporada de consumismo desaforado y desesperado. En esta época, aumenta drásticamente el sacrificio masivo y sistemático de animales, así como los accidentes y muertes causados por la ingesta de bebidas alcohólicas. Todo esto va acompañado de oleadas de dopamina en nuestro organismo, una hormona que se dispara cuando compramos esos anhelados regalos, generando una sensación de gratificación y felicidad temporal. ¿Parece que hablamos también de una temporada en la que afloran las mayores insatisfacciones, ansiedades y deseos? Tal vez debamos indagar entonces en el origen ancestral de la Navidad y encontrar una respuesta que armonice lo que sentimos internamente con lo que sucede a nuestro alrededor.
El Significado de la Palabra Navidad
La palabra «Navidad» proviene del latín nativĭtas, -ātis, que significa «nacimiento». La raíz indoeuropea nascor significa «nacer». Esta palabra evoca procesos germinativos y de iniciación. Entre los años 221 y 354 d. C., comenzó a usarse para promover la celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret,1 sin tener en cuenta los registros bíblicos. Estos, aunque no ofrecen claridad sobre la fecha exacta del nacimiento de Jesús, relatan eventos climáticos de ese momento, como la presencia de pastores cuidando sus rebaños al aire libre,2 algo posible solo durante la primavera y no en el invierno de diciembre, especialmente en una región como Belén (hoy Cisjordania en Palestina).3
Con el objetivo de imponer el cristianismo como religión oficial en el territorio romano, superando otras prácticas ancestrales como las tradiciones romanas, el zoroastrismo persa y las tradiciones nórdicas, el emperador Constantino legalizó el cristianismo en el año 313 d. C. Posteriormente, el papa Julio I formalizó el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Jesús. Esta imposición absorbió tradiciones como la adoración al Sol en su nacimiento, reinterpretándolo como el nacimiento de Jesús, lo que conocemos hoy como Navidad.
La Adoración al Sol y la Deidad de la Agricultura
En las antiguas tradiciones romanas, cuyas raíces provenían de los griegos, las ofrendas a la divinidad del Sol o Apolo tenían gran importancia. Por ello, días después del solsticio de invierno en el hemisferio norte, se celebraba el Sol Invictus (Sol inconquistado) el 25 de diciembre, marcando el nacimiento de la deidad solar. Antes del Sol Invictus, tenían lugar los Saturnales, festividades dedicadas a Saturno, la deidad de la agricultura. Durante siete días, se celebraban banquetes y reuniones familiares.
El cristianismo consideró estas prácticas como paganas y las eliminó o transformó. Incluso el día domingo, consagrado a Apolo, pasó a ser un día dedicado a la evangelización en las iglesias.4
Yule Nórdico y las Festividades Druídicas
Para los antiguos nórdicos, el solsticio de invierno marcaba el triunfo de la luz sobre la oscuridad. Celebraban el Yule, un festival dedicado al Sol, personificado en una deidad femenina llamada Sunna (de donde deriva el nombre del día «domingo» en inglés antiguo) o Álfröðull («la gloria de los elfos»). Durante el Yule, realizaban fogatas con troncos de árboles perennes seleccionados como ofrendas. Esto simbolizaba una revisión personal y familiar para trascender la oscuridad mediante la luz de Yule.6
De manera similar, los celtas y sus guías espirituales, los druidas, realizaban ceremonias vinculadas con la victoria de la luz sobre la oscuridad, la fertilidad y los ciclos de la naturaleza. Usaban árboles sagrados como el roble y el abeto, que simbolizaban la fuerza espiritual y el vínculo con lo divino.
El Origen Ancestral del Árbol de Navidad
En las tradiciones nórdicas, como parte del Yule, decoraban el árbol sagrado de fresno en honor a Yggdrasil, el árbol divino que conecta los nueve mundos, desde el reino de los dioses hasta el de los muertos.8 Con el tiempo, el cristianismo no solo adoptó las fechas de las festividades en torno al solsticio, sino también el símbolo del árbol sagrado, característico de los nórdicos y celtas. Sin embargo, el árbol perdió su carácter espiritual y se transformó en un elemento decorativo, desvinculado de su origen ancestral ligado a la tierra y el universo.
Pueblos Originarios de Abya Yala (América)
Para muchos pueblos nativos que aún existen, las ceremonias tradicionales durante el solsticio del 21 de diciembre marcan el cierre de un ciclo natural, invitando a la sanación personal, familiar y de la naturaleza. Sin embargo, en muchas tradiciones, también se dio un proceso de sincretismo debido a la colonización europea y la imposición de la idea de la natividad por el Imperio Romano.
Por ejemplo, los mexicas conmemoraban en el Panquetzaliztli el nacimiento de Huitzilopochtli, deidad del Sol y la guerra, quien representaba la luz enfrentándose a las fuerzas de la oscuridad. En los Andes, la adoración a la Madre Tierra o Pachamama fue reinterpretada como la veneración a la Virgen María.10
Recuperar la Esencia de las Tradiciones
Independientemente de cuál tradición sea más ancestral, todas comparten un mensaje profundo relacionado con el cuidado de la naturaleza, la armonía, la protección y el equilibrio. Es el «pensamiento caníbal», o la tendencia a consumirnos a nosotros mismos y a nuestro entorno, lo que verdaderamente coloniza e invade nuestras prácticas. Cuando imponemos una espiritualidad ajena o cedemos a un consumismo desenfrenado, cancelamos nuestra identidad cultural y deterioramos nuestras propias tradiciones.
El origen ancestral de la navidad, entendido como el nacimiento del Sol, de la luz y la esperanza, representa una presencia poderosa y revitalizadora en nuestras vidas y en los ciclos de la naturaleza. Nos invita a reflexionar y sanar lo vivido a lo largo de un periodo de tiempo. Más allá de lo material, reconectemos con los valores de equilibrio, respeto y cuidado mutuo, fundamentales en las cosmogonías de los pueblos del mundo. Solo así lograremos resignificar nuestras prácticas, devolverles su profundidad espiritual y al mismo tiempo, encontrar en nuestras vidas un propósito más armonioso.
Notas al pie y Referencias
- De forma indirecta, el primer testimonio de que la navidad de Cristo fuese el 25 de diciembre lo ofrece Sexto Julio Africano el año 221. Asi mismo, la primera referencia directa es la del calendario litúrgico filocaliano del año 354 (MGH, IX,I, 13-196): VIII kal. Ian. natus Christus in Betleem Iudeae (“el 25 de diciembre nació Cristo en Belén de Judea”). ↩︎
- Biblia Reina-Valera (1960). Lucas 2:1-3. ↩︎
- National Geographic. (s.f.). Julio I, el Papa que estableció la Navidad el 25 de diciembre. Recuperado de https://historia.nationalgeographic.com.es/a/julio-i-el-papa-que-instauro-la-navidad-el-25-de-diciembre_18845 ↩︎
- Beard, M. (2015). SPQR: A history of ancient Rome. Liveright Publishing. ↩︎
- Dani3496. (2024). Una pintura de Apolo [Fotografía]. Chania, Creta. Licencia Creative Commons Atribución-Compartir Igual 4.0. Recuperado de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:A_painting_of_Apollo.jpg ↩︎
- World History Encyclopedia. (s.f.). A gallery of Norse gods & Yule traditions. Recuperado de https://www.worldhistory.org/collection/286/a-gallery-of-norse-gods–yule-traditions/ ↩︎
- Dollman, J. C. (1909). Los lobos persiguiendo a Sól o Sunna (el Sol) y Máni (la Luna) [Ilustración]. En H. A. Guerber, Mitos de los nórdicos (p. 8). Harrap. Recuperado de: https://archive.org/details/mythsofthenorsem00gueruoft ↩︎
- Gaiman, N. (2017). Mitos nórdicos. Editorial Planeta. ↩︎
- Bagge, O. O. (1847). Yggdrasil, el Árbol Mundial [Grabado]. En Prose Edda (Traducción al inglés, 1847). Public domain. Recuperado de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Yggdrasil.jpg ↩︎
- Lockhart, J. (1992). Indios, españoles y cristianización. Fondo de Cultura Económica. ↩︎
- Representación del dios mexica Huitzilopochtli, Códice Telleriano-Remensis, folio 5 (siglo XVI). Recuperado de: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Huitzilopochtli_telleriano.jpg ↩︎