Ofrenda Artística y Literaria, generada a partir del primer encuentro de la Formación de Guardianes en la “Sabiduría de la Madre Tierra: Invocaciones a través del Fuego ceremonial”.
Alrededor de un fuego ceremonial de cacao y palo santo, nos reunimos con intenciones diversas y un mismo sentimiento: el servicio a Madre Tierra.
Cuando llegamos al territorio, encendimos una vela para presentarnos y pedir sincero permiso a los sabios que dieron su conocimiento para ayudarnos. En ese pequeño fuego que teníamos entre las manos, entregamos nuestro propósito con el curso Guardianes de la Sabiduría de la Madre Tierra ante el abuelo que custodia el lugar.
“Antes, el planeta se movía mucho en el espacio porque no tenía una buena consistencia, por eso los creadores y las creadoras, dieron vida a las montañas y las piedras para sostener la tierra, por eso ya no se mueve como antes. Esa es la historia de por qué los abuelos –las piedras- están aquí con nosotros” – Abadio Green
Así iniciamos el recorrido con las palabras del tata. Subimos por un sendero y llegamos a un círculo de piedras, si las piedras son abuelos entonces nosotros teníamos la fortuna de estar reunidos en una asamblea de sabiduría. En el centro del círculo, teníamos los elementos comunes: el agua, el fuego, el alimento, el incienso. El humo desprendido por el palosanto se sentía como una limpieza de la mente, para pensar con claridad, los alimentos fueron una ofrenda de todos los participantes al fuego y a la intención de la reunión y el agua estaba ahí para ayudarnos a recordar nuestro origen, nuestro sentido, nuestra madre.
El abuelo Abadío Green nos enseñó la importancia de entender de dónde venimos, de recordar nuestros principios, nuestra conexión con el vientre de la madre, con la historia de nuestros antepasados y nosotros pudimos sentir este conocimiento porque al ir hacia atrás, supimos por qué estábamos ahí. El ejercicio fue un ir para venir al momento presente.
Compartimos un poco de la intimidad que implica una historia personal: los conflictos, las esperanzas, las pruebas. Se sentía un ambiente de familia. Como si ante el fuego, fuésemos uno. Como si ante los abuelos, pudiéramos confesarlo todo.
Cada palabra de un sabio es un tejido que nos ayuda a hilar los puntos vacíos que guardamos en nuestro ser. Como nuestro origen es el vientre de la madre, ahí debíamos volver, entonces Abadio nos entregó su mensaje sobre el femenino y su representación en la mujer como seres sagrados y completos, en medio de una sociedad patriarcal que como no puede entender a la mujer y reverenciarla, no puede entender su origen y honrarlo.
Al final de la ceremonia, ofrecimos cantos y compartimos alimentos, el tata apagó el fuego y nos invitó a dar abrazos. Conocimos más con quiénes estábamos encontrándonos ese domingo al abrazarlos, porque en el abrazo también está la historia de vida. No nos dimos un abrazo cualquiera, fue un abrazo reverencial, de compromiso con el otro, de apertura y reconocimiento total a lo que el otro tiene para ofrecernos.
Si todos supiéramos los beneficios de abrazar con el corazón, habría menos conflictos innecesarios y más cooperación para el servicio a Madre Tierra.
Ofrenda de oración: Permiso Madre, para pisarte. Perdón por pararme siempre sobre ti, sin detenerme a sentir los latidos de tu ser. Permiso para aprender de ti, gracias. Que mis oídos escuchen, lo que tu voz quiere decir. Que mis ojos vean, más allá de las nieblas que los cubren. Que mis labios prueben solo tu infinita misericordia. Que mis manos toquen sin querer dañar. Que mi mente piense solo bondad. Que mi corazón conceda perdón, que mi voz tenga siempre palabras de amor y mi ocupación sea servirte.
Textos: Yinabeth Alcázar
Fotografías: Elisa Franco y Daniel Correa.