El sonido como sanación y reconocimiento del Ser Naturaleza

Por: Pia Marziano Yurie. Fundadora del proyecto “Resuena Dentro”.

El sonido en la naturaleza ha estado presente desde su génesis y así los primeros seres humanos aprendieron a vincularse con él a través de la voz e instrumentos musicales ancestrales. Existen evidencias de hallazgos arqueológicos (los cuales datan de 40.000 años aC) de instrumentos como flautas, silbatos, cuernos, conchas, sonajeros, elaborados principalmente con huesos, madera y semillas.
Es probable que de una manera instintiva e intuitiva la humanidad empezó a percibir, según sus propios relatos de origen y contexto cultural, cómo la música podía ser un canal de emociones y sensaciones que modificaban su estado de ánimo, dependiendo del tipo de sonido y actividad que realizaban, asimismo podía ser un canal de comunicación con los elementos de la naturaleza y con la espiritualidad, siendo la música y el sonido los ejes principales en los ritos y ceremonias.

El canto fue una de las primeras manifestaciones musicales de la humanidad. En algunas comunidades o sociedades antiguas era empleado con fines curativos o sanativos. Por ejemplo en Egipto sacerdotes y sacerdotisas consideran que ciertos cantos y danzas rituales podían disipar algunos estados de ánimo, como también tenían una influencia favorable sobre la fertilidad de la mujer y al momento del parto.

Nuestro propio sonido acompañado de un propósito en particular, puede ser un potente instrumento de sanación, actuando en nuestro cuerpo físico, emocional, energético y espiritual. Cuando cantamos se incrementa la hormona endorfina, responsable de la sensación de bienestar y disminuyen aquellas asociadas al estrés; podemos liberar nuestras emociones al ser la voz expresión de nuestro Ser y sentir; el sonido emitido desde el interior penetra nuestro campo energético y el de todo lo que nos rodea; y a su vez, es puente entre lo consciente y el inconsciente, donde podemos escuchar la voz del alma conectada al amor universal y a la Madre Tierra, aspecto fundamental de esa ritualidad mencionada anteriormente, donde la realización ofrendas y comunicación con lo invisible, han hecho parte de la historia y desarrollo de muchas culturas y pueblos.

Por lo tanto, nuestra voz y el sonido de ciertos instrumentos pueden conectarnos con el sonido de la naturaleza y del universo. Un hermoso diálogo sonoro en el cual por resonancia podemos sintonizarnos con el amor universal, equilibrando nuestra energía, calmando emociones y sanando dolencias físicas. Nuestro cuerpo nos abre camino hacia la escucha interior profunda, donde el movimiento acompañado del sonido, de nuestra propia voz y canto instintivo, activa en plenitud el instrumento corporal para ser canal de nuestra propia melodía, expresión única que no necesita palabras.

En ese sentido, es relevante la toma de conciencia de que los elementos de la naturaleza (tierra, agua, fuego, aire, éter) habitan en lo humano y por lo tanto, estamos sincronizados con sus ciclos, partiendo de la base de que somos naturaleza y lo que vemos externamente que sucede a lo largo del tiempo, también sucede en nosotros internamente. El conectarnos con su sabiduría y capacidad regenerativa nos permite confiar en que la regeneración de nuestro Ser también es posible. La Madre Tierra nos sostiene y la naturaleza nos enseña constantemente que no hay separación. Si seguimos el ritmo del corazón, nuestra música interna, cada paso nos unirá a la tierra, haciéndonos conscientes de nuestras raíces, de nuestro Ser Naturaleza. El canto a la tierra, al cielo y al hermano nos recuerda nuestra pura esencia, donde sin quitarle importancia a la materia, a lo concreto, el espíritu danza libre en la vibración de un canto auténtico y espontáneo.

Si deseas conocer más sobre esta propuesta, te invito a conocer mi página.
Cordialmente: Pia Marziano Yurie