Un acuerdo con la Naturaleza

Un acuerdo con la Naturaleza

Floración primaveral (en época de Luna llena) de árboles de Guayacán amarillo, rosa y blanco

Por: Walter Andrés Gómez Vera (Vishnu B.D). Biólogo e Investigador en Voces de la Madre Tierra

Para ayudar a sembrar en los corazones la necesidad de hacer un acuerdo de paz con la Madre Naturaleza y pasar de considerarnos una especie dominante que puede explotar y manipular a su antojo el medio ambiente que le rodea, es fundamental auto-reconocernos como hijos de la Tierra. Esto constituye un paso importante en la práctica ecológica de esta “cultura occidental” y materialista, pues implica hacer a un lado nuestro ego académico, fanático-religioso y antropocéntrico. Tanto los dogmas cientificistas como los religiosos imperantes y coloniales tienen algo en común: la idea de que el ser humano es, o bien, un producto de la evolución, o una creación divina, destinada a someter a las demás entidades vivientes como producto de la evolución o como un designio supremo.

Hemos sometido a la Naturaleza como un objeto que puede ser explotado, bajo el pretexto de nuestra lucha por la supervivencia (desde el punto de vista biológico reduccionista), o bajo la idea de que somos los únicos seres con alma o consciencia enviados a sufrir en un paraíso terrenal (según los dogmas seculares y coloniales). Por lo tanto, este paso nos invita a experimentar la muerte del ego, alimentado con más de 300 años de historia de la ciencia y casi dos siglos de adoctrinamiento, inquisición y colonización.

Sin embargo, existe un segundo paso aún más importante que el anterior, superando las ideas consumistas del marketing mediático y las modas de tinte new age, donde los conceptos chamánicos y las filosofías místicas se vuelven el bocadillo de cada día en las redes sociales. Se trata de incorporar en nuestra vida cotidiana una práctica, disciplina o conjunto de hábitos basados en un acuerdo de paz con la Naturaleza, entendiendo con esto que las guerras políticas, biológicas y religiosas entrañan un deseo de control territorial y de recursos naturales, donde los líderes políticos, científicos y espirituales (respectivamente), juegan un papel crucial en la educación y pensamiento de toda la sociedad.

Nos encontramos ante un paso que involucra armonizar, donde los opuestos (ciencia – espiritualidad, masculino – femenino, derecha – izquierda, verdad – mito, etc.) se complementan sin competencia ni lucha, entendiendo con esto que todas las guerras y conflictos que vivimos son realmente entre hermanos sobre un mismo territorio, sobre una misma Madre que ve a sus hijos en una lucha frenética e incoherente.

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