Anterior
Siguiente
Las manos que tejen se encuentran repletas de dulzura.
Se avanza en el tejido igual que en el tiempo,
en espiral no solo se avanza:
se regresa
como la ola regresa a besar con dulzura la orilla.
No es tan solo el tejido:
se tejen los pensamientos.
Puntada por puntada.
Al momento de enhebrar la aguja
lo que inquieta da paso a lo dulce
y tan solo existe el hilo.
Al tejer se comunica:
se habla.
Puntada por puntada.
La naturaleza se hace presente en lo sagrado
que es la tierra misma, que se hace mochila
y todo lo carga.
Tejer es observar las hojas y las flores.
Se teje en espiral porque la vida es eso,
porque tejiendo se escucha lo que murmura el río,
se escuchan tantas voces:
se escucha la tierra.
Los dedos que tejen tan solo conocen de paciencia.
Se teje como se contempla el cauce de un río,
como se observa una flor caer en el agua,
como se siente el viento acariciar el rostro.
Puntada por puntada.
Se teje como la tierra misma nos teje a nosotros
Y lo que nos sucede también es un tejido
que aumenta y se recoge:
que nos habita.
Las manos que tejen se encuentran repletas de ternura.
Y el corazón del tejido es dulce
como se vuelve dulce el corazón de quien teje.
Texto escrito por Valeria Isaza