La danza y el canto como rito sagrado en el pueblo Wiwa

“Antes de ser seres de carne y hueso, éramos espíritu, éramos sonido. Con el canto se iba tejiendo cada parte de nosotros, y así el espíritu se encarnó y empezó a nacer la persona. Antes éramos sonido, vapor, y no encontrábamos casa. Entonces se encarnó y el espíritu encontró casa, encontró templo”.

-Saumaku (Aprendiz de Mamo, hijo de la Saga María)

 

 

Cuando se canta, se es escuchado en todas partes, se hace eco en las montañas. Las Sagas, al igual que la luna (de donde viene su nombre), son las mujeres sabias de los territorios sagrados de la Sierra Nevada, que al cantar, tocar el tambor, y danzar, protegen todo lo que existe: mantienen, alimentan y nutren la relación armoniosa que existe con la Naturaleza.

“La música para nosotros los Wiwa es un lenguaje que nos permite comunicarnos con los seres sobrenaturales que rigen la vida material y espiritual. Forma parte de los rituales de toda nuestra vida y es fundamental en el cumplimiento de nuestra responsabilidad de sostener el mundo”. (Shihkakubi. Música tradicional Wiwa. Organización Wiwa Yugumaiun Tayrona – OWYBT / CINEP, 2010).

Se danza como se teje. Desde antes de que comience a sonar el tambor se está hilando, se está pidiendo permiso, se está uniendo, entretejiendo la comunicación entre el mundo espiritual y el territorio físico. Durante cada uno de los cantos, se puede sentir como esta comunicación crece y se intensifica, se puede sentir como el clamor es escuchado.

A las Sagas les fue entregada la danza y el canto. El tambor acompaña siempre este rito sagrado; ellas cantan día y noche, con la sabiduría intacta de cuando es el momento preciso y necesario para cada canto, siguiendo los saberes ancestrales heredados de la Naturaleza misma, observados y contemplados durante tiempos antiguos a partir de las aves y demás animales. La labor de las Sagas es seguir cantando para preservar el equilibrio que debe existir dentro de todo, para sanar a la Tierra.

La Saga María de la Cruz, del Pueblo Wiwa, es guardiana de estos saberes ancestrales. A través de ella se cuida al territorio, entendido como sitio sagrado, que requiere de esta comunicación que permiten el canto y la danza, que son entendidos como trabajos espirituales por excelencia, y además como símbolos de abundancia. Se canta para alejar las enfermedades, para agradecer, para que abunden las cosechas. Junto a ella se encuentra una de sus aprendices más destacadas, Yesenid, una niña que apenas a su 10 años de edad ya emprendió este camino de cuidar y sanar la Madre Naturaleza.

* Escrito realizado durante visita al territorio sagrado de la Sierra Nevada de Santa Marta (Gonawindúa), durante el mes de junio de 2022, como parte final del proceso formativo Naturaleza como Maestra, en la cuenca del río Guachaca, en Quebrada Arena, cerca al resguardo Gotsezhy.

La visita a este territorio ancestral fue un proceso inmensamente enriquecedor y profundamente bello, que permitió una limpieza de sentimientos y emociones negativas, para dar paso al pensamiento bonito, y que estableció como compromiso un cuidado constante de nosotros mismos y de todo lo que nos rodea, entendiendo que debemos comunicarnos sagradamente no solo con nuestro interior, sino también con todo lo visible y lo invisible que entra en contacto con nosotros y con los otros. Del mismo modo, se pudieron llevar a cabo armonizaciones, meditaciones, círculos de palabra, consultas espirituales, ofrendas de cantos y de danza, especialmente.

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