Instrumentos de la Música Arhuaca
La música ancestral Arhuaca, también conocida como del pueblo IKU, se fundamenta en cuatro instrumentos esenciales: charú a´mia, charú cheyrwa, chimború y maraka. Cada uno de ellos no solo produce sonidos, sino que guarda una profunda conexión con las fuerzas de la naturaleza, reflejando el vínculo espiritual del pueblo Arhuaco con su entorno. El charú representa el viento suave, la brisa que acaricia las montañas sagradas; la maraka está vinculada al granizo, un mensajero de los cielos; y el chimború simboliza los relámpagos, portadores de energía y transformación.
Ceremonias y espiritualidad en la música
Estos instrumentos no se tocan sin antes realizar una ceremonia especial. Esta práctica asegura que las fuerzas espirituales que habitan en ellos no se sientan invadidas ni irrespetadas. La ceremonia es, en esencia, una ofrenda, un acto de gratitud a los entes espirituales de las leyes mayores que sostienen el cosmos. Cada interpretación musical se convierte en un puente entre el hombre y el universo, un diálogo armonioso entre lo terrenal y lo divino.
Una conexión con la Ley de Origen
Para los Arhuacos, la música trasciende su función física o recreativa. Su significado espiritual está profundamente entrelazado con la Ley de Origen, la guía ancestral que regula la convivencia armónica con la naturaleza. A través de la música ancestral Arhuaca, se honra esta ley, permitiendo un flujo continuo de respeto y equilibrio entre el pueblo y su entorno.
En este contexto, los sonidos no son meros ecos del presente; son resonancias del origen, voces que guardan sabiduría antigua y promueven el cumplimiento de las leyes naturales. Así, la música se convierte en un acto sagrado, en un vehículo para mantener la armonía cósmica y reafirmar el compromiso del pueblo Arhuaco con su esencia espiritual y cultural.